10 dic 2011

La debilidad de Mou

Tildaba Alfredo Di Stéfano de "equipo sin personalidad" al Real Madrid, el pasado 18 de abril, en el clásico que quedó en empate 1-1. No dudó en criticar duramente el estilo impropio del conjunto blanco al que el técnico recién llegado había impuesto.
Pero hay que notar, que no eran las palabras solamente del presidente honorario del club madridista, sino también representaban la incomodidad e insatisfacción de todo una multitud cansada de ver a su equipo tomando el personaje de "ratón" y al Barça de un león aguerrido y perverso.

No lo soportan. ¿La razón? El Real Madrid en su historia ha sido un equipo que se ha caracterizado por tener las mejores armas ofensivas a su disposición y saber utilizarlas. Observen la curiosidad. Desde la llegada de Florentino Pérez, este Real Madrid ha ido decayendo fruto de los malos proyectos por ser lo más quebrantables e inseguros. Aun así, el empresario blanco se ha ganado todo el apoyo de la afición a cambio de millonarios fichajes. Y haciendo daño nada más y nada menos que a sus propias convicciones.

La gente del Real Madrid que poco a poco iba reconociendo su realidad en el estilo de juego, se sorprendió al ver, el pasado 2 de noviembre, un excitante 3-3-1-3 exhibido ante el Lyon en el estadio de Gerland. Más adelante potenciando aquellas virtudes vistas esa noche, fueron llevadas a los ojos del Bernabéu. La gente quedó ensimismada con el antiguo estilo ultra-ofensivo. Y nuevamente cayó en su droga. El Madrid potenciaba cada vez más su esplendoroso juego y se ganaba los elogios, aunque algunos imprudentes, de las portadas y opiniones surgidas de algunos medios de España y el mundo.

A la vez que esto brotaba, el Super Clásico se acercaba y la gente pronosticaba esta vez en serio, una victoria de su equipo. Pero una vez más, se tapó los ojos con el maravilloso pero decepcionante simplismo, y dicho y hecho. Los comentarios post-partido eran para soltar una risilla después de la algarabía que invadía la capital. Un 1-3 llevaba nuevamente a tomar la cabizbaja actitud que han ido teniendo desde que Pep se haga cargo de un equipo pesadilla.

¿Pero qué le pasó al Real Madrid? Esa es la pregunta de mucha gente. Para comprender este tema, es importante interpretar el estado camaleónico que está teniendo el equipo de Mourinho. La pasada temporada, de ser un equipo sin ideas a la hora de tomar la iniciativa en la jugada y valiéndose únicamente por el contragolpe, es ahora un conjunto capaz de ocasionar grandísimos problemas gracias a un patrón de juego protagonizado por el imponente Xabi Alonso.

Hay que tener en cuenta, y mucho, que los equipos a los que se ha enfrentado el Real Madrid, de la mano de esta manera de jugar han sido condicionados fácilmente por la galopante calidad y técnica de jugadores especializados en la rapidez mental de los espacios. Por lo tanto, todo lo que imaginó Mourinho se cumplió, por ser ellos los que condicionaron absolutamente todos los movimientos del rival dando opción a la segunda jugada que se convertía en un túnel sin salida.

De esta manera se comprende la Cara del Real Madrid. El Sello es su otra faceta que yo mismo pronostiqué para el partido del sábado, pero no sucedió.
Aquí viene el problema. ¿La causa? La obligación moral. Esa piedra metida en el zapato de Mourinho, o la antigua droga del Real Madrid, que no fue únicamente protagonizada por su afición sino también por sus propios jugadores, excitados por el juego imponente y ofensivo que estaban practicando aquellas pasadas jornadas y en las cuales se ganaron tantos elogios de haber mejorado, cuando en realidad habían cambiado; adoptando un nuevo rumbo.

Así las ansias de enfrentar al mejor equipo del juego posición en el mundo, con la droga de atacar, atacar y atacar, se hicieron hechos; pero su efectividad duró apenas 20 minutos. El gol de Alexis apagó la esperanza de los jugadores que salieron con cuchillos entre los dientes a presionar, y derrumbó completamente un plan utópico que bien podría haberse cambiado para sacar el empate, que tenía que ser pintado de oro.

El fallo de Víctor Valdés hizo crecer demasiado a un Real Madrid que se imaginaba que las cosas les iba a salir bien. Me imaginé en ese momento que Mourinho tenía el plan de abrir la lata y echarse para atrás. Pero queriendo sentenciar el partido, Leo Messi con la furia adentro se cargó al equipo en los hombros y se pasó a Xabi y Lass, los únicos en el mediocampo, dando una asistencia espectacular para el chileno Alexis Sánchez que sujetaba a los centrales Ramos y Pepe.

Como la victoria era el objetivo moral de todos, no dudó en seguir apostando en la presión, aunque ésta ya no era la misma que los primeros 20 minutos, sino que esperaba desde los 3/4 de campo dando respiración suficiente al primer pase y la tranquilidad absoluta para la Brújula Xavi o el Pulpo Busquets. Fruto de la "presión" numérica, atrás fue un coladero a espaldas del mediocampo. Casi idéntico al panorama del Milan-Barça. Messi al centro bajando o escalonando espacios entre líneas para ser un receptor que arranque con su velocidad en los sitios vacíos creados por la droga. La innecesaria droga que derrocaba todo fundamento realista que apostaba por el Cerrojazo...

Cada vez el Barça se acercaba más al gol, a la vez que el Real Madrid en algunas ocasiones clamorosas erró, pero Xavi estuvo ahí para darnos la ventaja. Y así diga Mourinho que estos detalles fueron pura suerte, se equivoca, porque no es suerte que su equipo deje grandes espacios regalando más el partido; que encerrándose, y propiciando de esa manera a que el Barça tenga la oportunidad de una segunda jugada. En esa ocasión estuvo Xavi, como bien podía haber sido otro. Y si analizamos desde el punto de la suerte, Xavi pudo haber ingresado el balón con un cabezazo después de aquel centro de Alves que pudo haber dado el cuarto para el Barça.

Y así Cristiano hubiera hecho el 2-2 en el centro de Xabi Alonso, el equipo de Guardiola siguió teniendo ocasiones más que claras para sentenciar, y que justo después de esa jugada para lamentar, estuvo la sentencia de la mano de Cesc Fábregas.

No sé si aquella declaración de Mourinho fue como excusa o un intento fallido para cubrir la debilidad frente a la obligación moral que se cargó, pero al fin y al cabo, el planteamiento que hizo fue en absoluto un error que bien podría haber reparado, encerrándose después del empate (que era oro para seguir manteniendo la ventaja en la tabla), lo que no hizo y me hace creer, al menos para mí, confirmar su talón de Aquiles frente a la utopía de ganar atacando. Sé que estuvo en casa y las exigencias cumplieron un rol importante, pero no hay que olvidar que armó un Cerrojazo en el Bernabéu en la vuelta de La Liga, en el que por cierto, terminó en un empate.

Y aunque las claves de desactivar el trivote se descubrieron en la final de Copa, y sin el versátil 3-4-3 aun, las ocasiones hubieran sido menores y menos peligrosas que dejando espacios suficientes para Messi, Iniesta y compañía, encima con un cuchillo punta fijando a los centrales.

El factor Dani Alves

El Barça al principio usó el 4-3-3 y a medida que fue superando las inocentes redes de Mourinho, fue acomodándose más a un 3-4-3 con Dani Alves como protagonista. No porque fue copartícipe de uno de los goles, sino porque gracias a su despliegue físico adelantando a la primera línea, hizo crear una línea de 3 con Abidal, Piqué y Puyol. Y como el campo era más reducido de lo normal, fue suficiente con Busquets para en caso de una contra desprevenida, arrastrase a la línea defensiva.

El equipo quedó de esta manera:

Valdés
Puyol - Piqué - Abidal
Busquets
Xavi - Cesc
Alves - Messi - Iniesta
Alexis

Hay que indicar también que Busquets se hizo un partidazo aportando en el juego de creación y presión en las salidas del Madrid. También lo fue Iniesta con esas filtraciones hacia dentro dando muchas contras al Barça en ocasiones que llegaba el equipo blanco.

El protagonismo se lo di a Dani porque me parece el jugador que mejor caminos nos está abriendo a las variantes tácticas. Así como pasar del 4-3-3 al 3-4-3 o viceversa.

Esta vez la debilidad de Mou fue apostar por el 4-2-3-1, que recordemos, en muchas oportunidades no fue rival. Esta vez no ha sido excepción. A medida que fueron avanzando los minutos y en el segundo tiempo, creí completamente que Mourinho tiene aquella debilidad de haberse dejado guiar por la droga del Bernabéu, y con ese problema en mente afrontar el clásico. Sus declaraciones, repito, me parecen sin sentido alguno tomando en cuenta el nivel de técnico que es.

No hay comentarios: